Estos megalitos del III milenio a.C., de finales del Neolítico, en la actualidad son un enigma. Hay teorías que determinan el carácter sagrado de estos emplazamientos por su grandeza e imponente estampa que serían lugares de reunión de las comunidades. Destaca tambiénsu uso con fines funerarios.
Tras aplanar el terreno se marcaban unas zanjas donde insertar las losas laterales (ortostatos). Estas mantenían su posición vertical valiéndose del uso de troncos a modo de palancas y de la acumulación de pequeñas piedras que dejaban un anillo pétreo alrededor de la cámara (túmulo).
Seguidamente, la parte más compleja era deslizar la losa que serviría de cubierta con cuerdas y rodillos por el plano inclinado que constituía el túmulo, de esta forma se obtenía la cámara funeraria.
Finalmente, se ocultaba la losa superior mediante tierra y otros elementos. Frecuentemente se hacía con piedras hincadas en la tierra que evitaban el derrumbe del túmulo (peristalitos).