
Al resguardo del vecino Valle de Aísa al oeste y protegido por las emblemáticas cumbres del Cucuruzuelo (1973m) y Bisaurín (2668 m) por el norte; bañado por el río Osia a un lado y los barrancos Sonal y Larrigo por el otro. El núcleo urbano de Jasa se apiña en torno a un altozano, a una altitud de 944 metros, que forma una bonita y agradable localidad de alta montaña, ofreciendo a sus visitantes una experiencia única en un entorno natural excepcional. Sus casas son visibles llegando por carretera cuando prácticamente se está en contacto físico con el pueblo, donde los tejados de pizarra contrastan con el verde de la vegetación circundante. Pequeño pero atractivo núcleo, ofrece su personalidad propia y características peculiares encuadradas en el típico y bien cuidado pueblo altoaragonés, donde cada rincón parece contar una historia y cada calle invita a ser explorada, convirtiéndose en un lugar ideal para aquellos que buscan escapar del bullicio de la vida moderna y disfrutar de la tranquilidad y belleza de la naturaleza.

La personalidad de la localidad viene marcada por la gran plaza que preside el pueblo con unas dimensiones inusuales en el Pirineo, donde el aprovechamiento del espacio y la búsqueda del refugio-abrigo es una constante. Este amplio lugar de encuentro no solo sirve como un punto central para la vida social y cultural de sus habitantes, sino que también refleja la historia y las tradiciones de la región. Los elementos más singulares son la iglesia, que con su arquitectura característica destaca entre los edificios del entorno, el frontón, donde se celebran emocionantes partidos de pelota, y el crucero que marca el cruce de caminos de Aísa y Aragüés del Puerto. La panorámica urbana de Jasa es una estampa clásica que ha tentado ya a buen número de pintores, quienes han encontrado en sus paisajes y su atmósfera una fuente inagotable de inspiración artística, perpetuando así la belleza de este pueblo en sus obras.

El casco urbano, catalogado como conjunto urbano de interés arquitectónico, superará las expectativas del visitante. Se conservan los edificios en su rancio tipismo aragonés, con calles en rampa y empedrados característicos de la zona, que cubren prácticamente todo el pueblo, ya que en las villas con fuerte tradición ganadera en la montaña el empedrado era casi obligatorio para evitar el barro que se formaba con las lluvias. Este cuidado por el diseño urbano refleja una adaptación perfecta del ser humano al entorno, creando un paisaje armonioso que invita a pasear. Las casas, muchas con chimeneas troncocónicas que terminan en curiosos espantabrujas, figuras de animales o símbolos que impiden que las brujas entren a la casa por el hueco de la chimenea, se agrupan formando un conjunto estructurado en torno a una calle principal, ancha y empedrada que une las dos plazas del pueblo, lugares donde se suelen llevar a cabo eventos sociales y festividades locales que fortalecen los lazos comunitarios. Desde este núcleo central, se abren otras vías transversales que tratan de enlazar la sierra con la ribera fluvial, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de explorar la rica biodiversidad de la zona y disfrutar de impresionantes vistas panorámicas, así como un acceso a pequeños rincones llenos de historia y tradición que enriquecen aún más la experiencia de descubrir este encantador pueblo.
En el pueblo se ha rendido tributo a los hijos ilustres de la localidad, como es el caso de los Larraz o de Joaquín Gil Berges, ministro de Gracia y Justicia y ministro de Fomento durante la I República, quien dejó una huella imborrable en la historia local. Abunda la heráldica en los dinteles, con detalles que narran la rica historia de la región y sus nobles familias. La armonía entre el pueblo antiguo y las nuevas construcciones es total, creando un paisaje urbano que invita a ser explorado, y cada esquina revela un pedazo de su legado cultural, además de disponer de rincones encantadores donde los visitantes pueden detenerse a admirar su belleza y tranquilidad. En estos espacios, los habitantes se reúnen y comparten historias, lo que añade un aire de comunidad única a este lugar.
Servicios en Jasa
- Venta de pan (lunes, jueves y sábado).
- Venta de fruta, verdura y pescado (jueves).
- Piscina municipal (julio y agosto).
- Bar-Restaurante en la plaza. Deliciosas croquetas artesanales.
- Wifi público en la plaza.
- Área deportiva. Frontón, polideportivo (fútbol y baloncesto) y pista de pádel.
- Parques con atracciones infantiles y bancos para relajarse.
- Consultorio médico (lunes, miércoles y viernes).
Qué ver en Jasa
